EQUILIBRIO, SENSACIONES

La importancia de la hidratación

Algunas personas están muy pendientes de su cuerpo, le escuchan y saben detectar cuándo les está pidiendo que beban agua y se hidraten. Otras personas, por su ritmo de vida o por circunstancias personales, están menos atentas a las señales que el cuerpo les envía.

Sea como sea, al final, el agua es indispensable para el buen funcionamiento de tu organismo. Gracias a ella los nutrientes se reparten, se expulsan impurezas, se controla la temperatura corporal y contribuye al buen funcionamiento de todos los órganos.

Una buena hidratación contribuye a tu bienestar, tanto físico como mental.

El porcentaje de agua en el cuerpo humano varía mucho de unas personas a otras, aunque como media se calcula que para un hombre adulto es del 60% y del 50% en las mujeres. Sin embargo, la edad también es determinante: bebés y niños tienen un mayor porcentaje de agua. La condición física afecta, con un menor porcentaje de agua en cuerpos con mayor cantidad de grasa en su composición corporal.

Para determinar cuánta agua hay que beber al día, hay que tener en cuenta las necesidades de cada uno. El objetivo es mantener en el interior de tu cuerpo la cantidad de agua suficiente (sin abusar, como verás más adelante). Así que lo único que hay que hacer es darle al cuerpo la cantidad de agua que pierde diariamente.

El agua corporal se evapora a través de la piel y la respiración, se pierde a través del llanto, se suda, se expulsa junto con otras toxinas… Y hacerlo es muy saludable. Beber para reponer la cantidad suficiente de agua, contribuye a que en tu organismo todo siga en orden.

Gracias a una hidratación adecuada, los alimentos que ingieres se procesan adecuadamente y los nutrientes esenciales no se pierden. Esto contribuye a tener un sistema inmunológico fuerte.

Si en tu día a día cuidas tu hidratación, tu piel estará más luminosa, te ayudará a quemar grasa, eliminar lo que no necesitas y mantenerte saludable y bien en general.

Cuánta agua es recomendable tomar al día. Y no, no son 2 litros al día

Seguro que ya conoces algunos consejos generales sobre cuánta agua tienes que beber. Pero mucho cuidado con eso, también hay falsos mitos que corren como la pólvora y que hemos asumido como verdades escritas en piedra.

En lo que respecta a la hidratación, ¿cuál es la cantidad de agua recomendada al día?

La respuesta es tan aburrida como tener que hacer cola en un parque de atracciones. ¿Te la imaginas? Exacto, la respuesta a la pregunta es que depende.

Todos los médicos están de acuerdo en que hay que tener en cuenta muchas variables: la edad, el género, el estado de salud, la cantidad de ejercicio que se realice, si estás embarazada o lactando o incluso del lugar donde estés y la estación del año en la que te encuentres.

Aunque sí que se puede hablar de recomendaciones generales, que verás que son fáciles de aplicar usando un poco de sentido común. Al final se trata de reemplazar el agua que tu cuerpo pierde.

Si sientes sed, bebe agua. O si no eres consciente, pero sabes que se te olvida hacerlo, tenla siempre que puedas a mano. Por ejemplo, junto al ordenador mientras trabajas.

Cuando hagas ejercicio sudarás más. Así que si vas al gimnasio, ya sabes, toalla y botella de agua siempre a mano.

Si sales de casa y vas a caminar un rato, aunque sea por un centro comercial, lleva una botella de agua al bolso y de vez en cuando pégale un sorbito. Te mantienes hidratada y cada vez llevas menos peso colgado del hombro.

Pero no hace falta que la midas. De hecho, mucha gente cree que lo recomendable es beber 2 litros de agua al día (o que hay que calcular un litro por cada 35 Kg de peso corporal), pero no existe un estudio con base científica que lo corrobore.

La cantidad concreta en tu caso dependerá también de otros alimentos que comas, ya que muchas frutas y verduras tienen un alto contenido de agua en su composición.

Como recomendaciones generales: bebe agua cuando te lo pida el cuerpo, si notas la boca reseca, si tu piel está apagada o sientes los labios más secos de lo normal. Ante la duda, consulta con tu médico.

¿Es malo beber mucha agua?

Al igual que beber poca agua no es saludable, abusar de ella puede acarrear algunas consecuencias perjudiciales. Sí que es cierto que es menos probable que te ocurra, pero conocer algunos de los síntomas que provoca beber agua en exceso te ayudará a corregir tus hábitos.

Algunos deportistas, en su obsesión por no perder líquido durante la práctica de ejercicios extremadamente duros, pueden sufrir hiponatremia. O lo que es lo mismo, una concentración demasiado baja de sodio en la sangre.

Por eso, los corredores de maratón toman pequeños sorbos de bebidas isotónicas a lo largo del recorrido, que además de agua contienen minerales, para compensar la pérdida por sudoración.

Los síntomas de tomar mucha agua, y como consecuencia de hacer trabajar a tus riñones en exceso, es el dolor en la zona o la acumulación de líquidos. También provoca dolores de cabeza, aumento de la presión arterial, cansancio, debilidad...

Lo ideal es que te acostumbres a repartir la ingesta de agua a lo largo del día. Al levantarte, si has pasado calor durante la noche; al acostarte para que por la noche tu cuerpo se sienta bien; al realizar ejercicio; mientras que comes para ayudar a la digestión…

¿Puedo sustituirla por otros líquidos?

Hay personas a las que beber agua les resulta monótono y eso hace que descuiden este hábito tan saludable. Sin embargo, nadie dice que toda el agua que aportas a tu organismo tenga que ser bebiendo agua.

El agua que tu cuerpo necesita cada día puede provenir de los alimentos que tomas. Hay frutas como la sandía que tienen un porcentaje de agua altísimo.

Si tu dieta es rica en frutas y verduras frescas, posiblemente notes menos sed. Y es normal: tu cuerpo ya está recibiendo más agua que si tomases comidas procesadas.

Por no hablar de otras bebidas que puedes tomar durante el día. El consumo de café, leche o zumos llevan un alto contenido en agua. Aunque en este caso debes vigilar el consumo de bebidas refrescantes o isotónicas. Contienen otros ingredientes como azúcar, edulcorantes o sales minerales, cuyo consumo excesivo también es perjudicial.

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